Esmeralda de Kerstin Gier:
«¿No podríamos seguir siendo amigos?» Seguro que
muere un hada cada vez que en algún lugar del mundo se pronuncia esta pregunta.
Pero el perfectísimo Gideon de Villiers -a quien Xemerius prefiere llamar «el innombrable»-
no tiene suficiente sensibilidad ni para pensar en las hadas ni para dejar de
pisotear mi corazoncito. Si no fuera porque cuando le miro se me corta la
respiración y me tiemblan las piernas, le hubiese soltado un bofetón que le
habría mandado directo al siglo XIX sin necesidad de cronógrafo... Aunque, en
lugar de hacer eso, solo le fulminé con la mirada y me alejé. Al fin y al cabo,
éramos los dos últimos viajeros en el tiempo y en pocas horas saltaríamos
juntos a 1782 con una misión a vida o muerte.